Relatos: Amargo octubre
Laura Marcela Velandia es estudiante del grado octavo. Le gusta mucho leer y escribir y en este espacio les irá compartiendo esas historias que desde su inspiración, lecturas y viviencias ella suele tejer. Bienvenidos a "Relatos"
Por:Laura Velandia- 8º grado.
Yo me acerqué a ti y me presenté :
—mucho gusto, pedro, ¿y tú eres?... Ella solo me miró , de reojo, y me dijo; - no tengo ánimos de hablar con desconocidos
—¡genial! , entonces adiós. Le dije y me retiré. Después de un trayecto de unos 10 metros me gritó: —detente, me llamo juliana.
Yo, que iba de camino a una fiesta de disfraces, le dije: —¡pero mira qué suerte tenemos los dos! Yo tengo que ir a una fiesta de disfraces pero no tengo pareja y ya sabes como son esas fiestas… se disfrutan más en compañía… ¿quieres ir conmigo? -¡bueno, está bien! Nunca he aceptado propuestas de desconocidos pero no sé por qué tú no me resultas tan desconocido…
Caminamos veinte minutos a buen paso y llegamos a la casa de Luisa, la anfritiona de la fiesta.
Todo estuvo bien hasta que Juliana recibió una llamada de su padre en la que le pedía que se fuera de prisa al hospital porque su mamá se había enfermado. Ella me pidió el favor que la acompañara a la parada del autobús para ir al hospital. Pero en esta situación sabía que no solo debía acompañarla a esperar el bus sino que, además, debía ir con ella hasta el hospital.
Allí me presentó a sus padres a los que, afortunadamente, les caí muy bien.
Lo que no sabia era que aquí surgiría el problema de esta amistad ya que dos horas después dieron la noticia: ¡La madre de Juliana había muerto!
Al día siguiente sentía un dolor muy grande…lamentaba la muerte de la madre de Juliana pero más lamentaba verla sufrir. Muy pronto sentí un amor por ella y ahora entendía como cuando uno ama no sabe diferenciar el dolor del otro del dolor propio…
Me alisté para ir al funeral de su madre y de camino a la funeraria, sucedió algo muy extraño…¡Se me apareció una sombra! Dios qué pánico el que sentí; fue un miedo que me recorrió el cuerpo muy rápido, sin embargo después del susto sentí, en cuestión de segundos, una paz hermosa. El espectro me habló…¡ SÍ, ME HABLÓ! Me pidió que cuidara la vida de Juliana, que no la abandonara…susurró estas palabras y se desvaneció…Luego supuse que el espectro tenía nombre e historia: se trataba de la mamá de Juliana.
Al llegar a la funeraria vi al papá de Juliana y a muchas personas que lo acompañaban. Pero entre tanta gente no podía ver a Juliana. No sabía cómo averiguar por ella así que sigilosamente me acerqué a una pareja de señoras que conversaban cerca al papá de Juliana. Por la conversación supe que eran tías de Juliana, hermanas de su papá. Con ansia las escuchaba esperando el momento en el que hablaran de Juliana pero nunca mencionaron su nombre.
No obstante, todo no estaba perdido….Por fin el papá de Juliana se alejó del grupo que lo acompañaba y pude ver iba con dirección al baño. Pensé ¡Esa es mi oportunidad! Antes de entrar al baño abordé al señor, lo saludé y le recordé mi nombre y cómo nos habíamos conocido. Él me saludó con afecto y agradeció el gesto de acompañar a su hija al hospital.
Le pregunté por Juliana y me dijo, con una inmensa tristeza, que había despertado muy extraña, que no hablaba…que tenía la mirada perdida y no se movía de la cama de su madre.
Al otro día visité a Juliana y no me habló…Juliana por mucho tiempo dejó de hablar, parecía que no reconociera a la gente. Muchos médicos la trataron pero ella se volvió como una muñeca muy hermosa que solo adornaba la casa…Ella no pudo estudiar, no pudo tener vida, su vida se fue con la vida de su madre.
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